miércoles, 14 de noviembre de 2012

14-11-12. Huelga general...

   Huelga General, hoy en España hay una huelga general, la tercera en un año y pocos meses, la tercera que va a tener un éxito clamoroso, la tercera que no va a servir para nada.
   Un éxito clamoroso porque todas las tienen; no va a servir para nada porque el objetivo pretendido: que el Gobierno modifique su línea económica y social no se va a conseguir.
   ¿Motivos?. Sobran los motivos, si con la situación económica que vivimos y el volumen de desempleo brutal que vivimos no tuviéramos motivos estaríamos muertos como sociedad, seríamos otra cosa. Claro que hay motivos, y muchos. Un desempleo descomunal como nunca se ha visto en el País, un recorte en los servicios sociales (¿en Asistencia Social, o en Seguridad Social?), un desmembramiento del Estado Social en el modelo que hemos conocido hasta ahora, incremento de tasas universitarias, retardo en las prestaciones de dependencia... Motivos hay, y muchos... 
   ¿Justificación?. Algo menos. Tres huelgas seguidas casan mucho, incluso a los huelgistas. Sobre todo porque la ciudadanía tiene dos percepciones en esta crisis.
   En primer lugar que no queda claro cuál es la política económica alternativa que se pretende a la vía de ajustes. La modificación de la Constitución para incorporar el principio de Estabilidad Presupuestaria en el art. 135 ha atado en corto la política económica expansiva tradicional de la socialdemocracia española. Los partidos de izquierdas están un tanto desorientados con las consecuencias práctica de dicho precepto.
     Repárese que según su inciso segundo tanto el Estado como las Comunidades Autónomas "no podrán incurrir en un déficit estructura que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados miembros", principio que rige tanto para el Estado como para las CC.AA. (art. 135.6 CE).
   Es cierto que estos márgenes podrán no aplicarse en situaciones especiales, como "recesión económica" (art. 135.4 CE), a condición de que dicha circunstancia sea así apreciada "por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados". ¿Se ha intimado por algún grupo parlamentario un iniciativa, incluso no de Ley en este sentido?.
   En definitiva, la ciudadanía entiende que parte de la política económica del Gobierno es inevitable, y como tal lo asume y es consecuente. Se puede, en este sentido, ir a la huelga, prestar todo el apoyo y solidaridad con ella, y, seguidamente, entender que parte de lo que ocurre viene impuesto por nuestra pertenencia al club de los ricos, la UE. Se puede vivenciar la huelga como un acto de protesta contra y entender que las cosas se hacen de una manera correcta. No es tan contradictorio como pudiera parecer.
   La segunda apreciación de la ciudadanía tiene que ver con el proceso legitimador de los propios sindicatos. Denostados como nunca en nuestro ordenamiento jurídico, con las gravísimas consecuencias que para la protección de los trabajadores tiene, la ciudadanía les reclama, como en general a la clase política, una modificación, no sé con qué alcance, de su estructura y métodos de actuación.
   No es todavía una abierta crítica a su posición institucional, pero el sindicalismo del siglo XXI necesita algún tipo de ajuste que los dos grandes sindicatos de este país, que tantísimos servicios han prestado tanto al funcionamiento democrático y social del mismo, como a los intereses del sistema productivo, todavía no han realizado. Cuál es su cambio y cómo deben conducirse en un escenario tan radicalmente novedoso como éste no es fácil de deducir, pero lo que sí queda claro es que necesitan una adecuación de sus actuaciones al presente actual. Por decirlo gráficamente están desenchufados y necesitan volver a enchufarse.
   Una sociedad puede malvivir sin clase política, o con una clase política francamente mejorable.
    Un sistema económico capitalista que deja que sea el mercado el que distribuya bienes y servicios para la ciudadanía, incluso aquellos considerados de básica necesidad, no puede funcionar sin un contrapeso fuerte, estable, que corrijas sus desigualdades y exija una protección social (art. 1 CE) de los desfavorecidos. Este rol lo ha jugado tradicionalmente el sindicato. Y lo ha jugado bien. La pregunta es si lo seguirá jugando en el futuro como hasta ahora. Desde luego la ciudadanía ensaya fórmulas alternativas propias de la sociedad civil como fruto de su expresión colectiva. Sería una lástima que el sindicalismo nuestro a fuerza de seguir insistiendo en sus modos clásicos de actuación perdiese el tren de la modernidad. Quizá ha llegado el momento, como le ocurre a los propios partidos políticos, que reformar las bases del modelo.
   ¿Oportunidad?. Bueno, cada uno tendrá su opinión al respecto, pero puede tenerse una cierta percepción de que el amor se les está gastando de tanto usarlo...
   ¿Huelga política y contra el gobierno?. Aunque algún líder sindical comentó ayer en público que efectivamente esta es una huelga política, bien es cierto que añadió, para salvar la constitucional de su aserto, que política en el sentido de ir contra una determinada política del gobierno, queda la duda de cuál es el objetivo real de la huelga... que abordaremos en la siguiente huelga general, que siguiendo esta cadencia no será mucho después del verano de 2013.


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